domingo, 30 de noviembre de 2008

Cuentos Zen


La Asociación prosalud mental Estel de LLevant de Manacor junto con la Asociación de filosofía Es Racó de ses idees de Palma organizan en el teatro municipal de Manacor la representación de cuentos zen, unos pequeños cuentos con enseñanzas de la vida que cada uno puede interpretar para su propia evolución y crecimiento personal.

Ya son varias las colaboraciones de ambas Asociaciones y todas ellas enriquecedoras. A nivel personal las personas de ésta Asociación y en particular Sara Ortiz, me han aportado una gran riqueza tanto en su gran conocimiento de temas de filosofía básica, como en la generosidad y dulzura con la que Sara nos enseña. Os recomiendo a todos conocer las Actividades de filosofía y voluntariado de la Asociación Es Racó de ses idees. Para más información podeis entrar en su página a través del enlace de filosofía Es Racó de ses idees.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Lagrimas marinas

Lamento mi insistencia, mi pesadez....casi es desesperación.
Es que a veces...te necesito, por extraño que me resulte hasta a mi misma y a pesar de la distancia, del tiempo, del silencio, del abismo...
Hoy he buscado sincerar mi alma, después de todo y tanto...que es casi una vida.
Me duelen tus silencios, me lastiman, aunque no sean intencionados, no importa.
Ya se que no puedo pedir nada, ni mucho menos tu me debes nada,
son solo mis sentimientos, mis lamentos y hoy necesito compartirlos contigo.
Me invade una profunda tristeza que a veces logro apartar de mi,pero que siempre vuelve, cuando siento que me temes y te alejas. Puede que solo sea mi imaginación, desde luego cada realidad es de quien la vive y la mía contigo son mis sentimientos profundos ,de amor a odio, de pasión a indiferencia, pero siempre sin dejar de sentir algo tan profundo como el mar. Ojala pudiese frenar este torbellino que me invade en momentos de mí vida, donde todo parece perder el sentido, y tu recuerdo aparece haciendo que mis lágrimas se fijen en una lejana imagen con el mar de fondo. Entonces la sal de mis lágrimas me recuerda tu sabor, y el dolor es tan profundo que apenas puedo respirar y llorar al mismo tiempo. Siento mis palabras, siento librar por fin mi sinceridad, ya no importa que se sepa, el orgullo ya no sirve cuando el tiempo se derrama inexorablemente en un abismo que no cede.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Miedo al fracaso

¿Coincide la opinión que los demás tienen de nosotros con nuestra mirada interior? ¿Hasta qué punto debemos negociar entre las expectativas de nuestro entorno y nuestros propios deseos o metas? Es imposible y hasta patológico "cortar" con el mundo exterior, pero someternos a la voluntad de las masas también es enfermizo, se hace pues difícil un equilibrio. Está comprobado que el origen de muchas enfermedades psicosomáticas se debe a la "sobreadaptación al medio y el olvido de escuchar nuestra propia voz interior. Debemos correr riesgos y ser capaces de escuchar nuestros deseos para sentirnos vivos y no sometidos y sumisos a lo que esperan de nosotros. El compromiso debe ser siempre y en primer lugar hacia nosotros mismos.
El problema no es sentir miedo porque es un "sentimiento normal", lo anormal es no intentar nada de lo deseado por miedo. Miedo a lo bueno, miedo a lo malo, a ganar, a perder… a vivir.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Sabias emociones

En ocasiones nos sentimos desbordados por emociones como la alegría, la ira, la culpa, el miedo, los celos, la fe, y tratamos de taparlas e ignorarlas, evitando los valiosos mensajes que tienen sobre nosotros mismos cuando, si aprendemos a escucharlas y a dialogar con ellas, nos abrirán un nuevo camino lleno de paz y armonía con nosotros mismos.

Emociones como el miedo, la ira, la frustración, la rabia, son sentimientos que todos hemos tenido alguna vez y, cuando no sabemos cómo interpretarlas ni a qué son debidas o por qué afloran en nosotros, se convierten en una fuente de malestar y sufrimiento, cuando en realidad deberían constituir una señal, una pista sobre lo que nos sucede. Al igual que en nuestro cuerpo físico cada órgano cumple una función específica y necesaria, en el universo emocional cada emoción cumple también una función de igual importancia.

Ciertas emociones nos informan de lo que poseemos, como la alegría, la gratitud, la confianza o la solidaridad, y son emociones agradables. Las contrarias, como la tristeza, el miedo, la envidia o la culpa, nos informan acerca de algo que nos falta. Estas emociones son dolorosas y las solemos llamar “negativas”, cuando en realidad no lo son, pues todas ellas son necesarias ya que las emociones dolorosas son valiosas señales sobre algo que nos ocurre, que evitamos decidir o que nos da miedo afrontar.

Nuestra mente gestiona nuestras emociones; ambas están en continua interacción y sin embargo con frecuencia quieren cosas distintas: “Quiero besar a alguien y la mente me frena”… “Quiero cambiar de trabajo y la razón se opone”.
Nos han hecho creer que, entre mente y emociones existe un antagonismo natural; cuando la relación entre la mente y las emociones es de complementariedad. Al pensar que debemos elegir entre ser racionales o emocionales, eso nos lleva a intentar negar determinadas emociones, retenerlas y no expresarlas de forma natural. Por ejemplo, pensar que llorar en determinados momentos o lugares es un signo de inmadurez, de falta de control, cosa que nos hace retener dicha emoción y no expresarla, cuando en realidad, la función de la mente es coordinar y posibilitar las emociones y éste es, precisamente, un signo de madurez.
Nosotros somos tanto nuestra mente como nuestras emociones. Nuestro bienestar “psicológico” dependerá de la relación que establezcamos entre ambas: podrá ser un camino en el que predomine la insatisfacción y el sufrimiento o, por el contrario, un camino que recorramos tranquilos, aprendiendo y con la paz emocional que produce el sentirnos amorosamente respaldados por nosotros mismos.

sábado, 8 de noviembre de 2008

La ciudad mojada

Lloro, la sal de mis ojos se confunde
Se mezcla con la bruma en la mañana
Salgo a la calle y está mojada,
Como mis párpados,
Como mi alma.
Que ha humedecido
Igual que humedecen los campos
Con el rocío frío de la mañana;
Y mientras tanto,
Camino por esta ciudad mojada
Y sin habla.
Miro hacia lo alto,
Las nubes empiezan a regar los campos,
Golpean mis párpados,
Mezclando mis lágrimas con las gotas.
Y yo mientras tanto,
Camino por esta ciudad mojada
Y sin habla.
Mis ojos empiezan a cansarse,
No ven el camino a casa.
Pero yo camino sin cesar.
Camino por esta ciudad mojada
Y sin habla.


Santiago de Compostela 11-10-1996

Controlar y sentirse controlado

El poder y control de una persona puede verse distorsionado por la forma pensar.Las personas pueden sentirse impotentes e incapaces de controlar sus vidas y, por lo tanto, sentirse controladas externamente, bloqueándose e impedidas para actuar. Los que sufren estos pensamientos no se ven capaces de construir y dirigir su vida o de introducir cualquier tipo de cambio en el mundo que los rodea. Miren donde miren sólo ven indefensión humana y se creen "personas con mala suerte".Los factores externos, otras personas o bien otras cosas son las responsables de su sufrimiento o de sus fracasos; los demás, el destino o la mala suerte son los culpables de todo. Por todo eso, proyectan así sus responsabilidades sobre el exterior, resultándoles difícil encontrar soluciones o actuar para cambiar las cosas, pues al no depender de ellos, no funcionarían.El polo opuesto son las personas que se sienten omnipotentes, responsables de todo lo que pasa a su alrededor. Estas personas se creen responsables "de todo y de todos". Llevan el mundo sobre sus hombros. Consideran que sus amigos o compañeros de trabajo dependen de ellos, por lo tanto, se hacen responsables de su felicidad y llevan la carga de que si algo malo ocurre o comenten alguna negligencia, eso les comportaría el rechazo de los otros. Esta creencia de omnipotencia depende de 3 factores:
- La sensibilidad hacia los demás.
- Una creencia excesiva en sí mismos para solucionarlo todo.
- La expectativa de ser ellos mismos y no los demás los responsables de solucionar todos los problemas y necesidades del resto.
Si bien de alguna manera cada uno es responsable de aquello qué sucede, el equilibrio entre no responsabilizarnos de nuestras decisiones, proyectando todas las responsabilidades en los otros o por el contrario, asumir un exceso de carga sobre todo lo que ocurre a nuestro alrededor tiene que ser el objetivo a la hora de desarrollar nuestra vida diaria y la relación con nuestro entorno.