viernes, 20 de diciembre de 2013

NAVIDAD, ¿DULCE NAVIDAD?

Se acerca la navidad, una época de luces y sombras, donde algunos se reunen en torno a elegantes mesas con decorados lujosos y otros muchos van a comedores sociales buscando solidaridad y ayuda.Una época donde algunos disfrutan de la familia y otros están lejos, con la nostalgia y la añoranza de no poder reunirse con sus seres queridos.Unas fechas en las que recordamos especialmete a los que ya no están con nosotros y de algún modo siguen presentes en nuestras vidas y en estas fiestas se hacen más presentes si cabe. La imagen de familias felices que se reúnen para disfrutar en compañía de la Navidad queda muy lejos de algunos hogares de personas que están solas o que han perdido recientemente a algún familiar o amigo. Para ellos, estos días de fiesta se presentan especialmente duros, ya que traen muchos recuerdos y además se paralizan algunas actividades cotidianas que a diario les permiten centrar la atención en cosas positivas o por lo menos, no pensar en las negativas. A veces no es por la falta de un ser querido, sino porque en muchas ocasiones las reuniones familiares, más allá de esas imágenes de gente sonriendo alrededor de un pavo, se convierten en campos de batalla y en explosión de asuntos pendientes.
Escribo este artículo pensando en éstos últimos y en muchas personas que acuden en estas fechas a mi consulta con conflictos personales, con miedos a disputas, riñas o enfados; en aquellos que se sienten solos o abandonados, desdichados o anclados en un callejon sin salida; a todos ellos les quiero mandar una reflexión desde mis vivencias y la nostalgia de una niña que echa de menos aquellas navidades en torno a la mesa de madera del comedor de su abuela.
En aquel entonces todos llegábamos a la casa de la abuela igual que en el famoso anuncio de turrones de la tele; quizá sea por eso que siempre me hace llorar cuando lo veo. Todo el mundo se reunía para celebrar aquellas fiestas en familia. Desde la ventana del salón esperaba con mi abuela, notando la emoción en sus ojos al ver como sus hijos y nietos volvían a casa por Navidad. Ambas identificábamos perfectamente los ruidos de cada coche y yo esperaba ilusionada la llegada de mis primos de Madrid. La abuela ya tenía toda la mesa preparada y llena de manjares y nosotros, los niños, preparábamos el teatrillo de navidad para entretener a los adultos. 
Desde que ella no está las navidades ya nunca han vuelto a ser lo mismo. Nunca hemos vuelto a pasarlas todos juntos y nadie ha vuelto a ser capaz de preparar una mesa con tanto amor. Este año pediré que uno de esos sueños sea volver a reunirnos y disfrutar de nuestro teatro familiar de nuevo, pues cada familia es como una representación teatral, con amor, drama, miedo, luces y sombras y de cada uno de nosotros depende contribuir a ser parte o no de un final feliz.
Desde el Gabinete de Psicologia Vila de paz aprovechamos para felicitar las Navidades a todos los que nos siguen y también para ofrecer a todas esas personas que lo pasan mal en estas fechas una serie de consejos que pueden ayudarles a sentirse mejor:
En primer lugar podemos intentar recuperar el contacto con personas a las que apreciamos y hace tiempo que no vemos, haciendo una llamada para felicitar las fiestas. 
Resulta también muy positivo retomar la relación con ese familiar con el que tenemos alguna rencilla, olvidando y perdonando acciones pasadas. 
Salir a la calle para respirar el ambiente de mercadillos, belenes, actividades infantiles, etc. 
Pensar en detalles, (comprados o elaborados por nosotros mismos), para aquellas personas que apreciamos. A veces no es necesario dinero; una poesía, una carta o una postal hecha por nosotros mismos pueden ser el mejor de los regalos.
Procurar estar en compañía.
Participar en acciones humanitarias como comedores sociales, ONGs, parroquias. Las acciones generosas producen un sentimiento de bienestar en el que las desarrolla. 
Y, una de las más importantes, aceptar nuestras circunstancias tal y como son, con todo el optimismo que nos sea posible. Debemos quedarnos con lo bueno de todas las cosas que nos han ocurrido. Las experiencias vividas antes de perder a esa persona o ese puesto de trabajo, son un buen ejemplo de ello.
En definitiva, te gusten o no las navidades, éstas nos ofrecen una oportunidad para reflexionar sobre muchas cosas. La clave para superarlas o mejorarlas reside en asumir que en las navidades no todo tiene que ser perfecto.
En realidad, la Navidad debería ser el momento ideal para perdonar, “hacer borrón y cuenta nueva” de los pequeños y grandes malentendidos acumulados, para volver a empezar de cero. Sin embargo, el cariz que ha tomado esta fiesta hoy en día no nos facilita las cosas. Vivimos en una sociedad de consumo, donde los regalos y las cenas ocupan el centro de los acontecimientos. Hay mucha presión, muchas cosas que se ponen en juego en torno a unas veladas perfectas. Ahora bien, la Navidad debería ser, ante todo, un tiempo de movimiento íntimo, un momento de retiro y de silencio. 
Os animo a todos a pedir perdón a aquellas personas que pensáis haber herido, a perdonar a aquellas que os han herido a vosotros, a llamar a alguien si os sentís solos, a ayudar a alguien que pensáis que lo necesita, a soñar, a bailar, a reir, a llorar, a recordar y, sobretodo, os animo a pensar en qué deseáis. Imaginad que los reyes magos pueden concedernos cada uno un deseo y pensemos en qué tres deseos pedir para el 2014; si no somos capaces de desear entonces pidamos ayuda, pues quien no desea nada tal vez ha perdido las ganas de vivir y eso requiere una ayuda profesional urgente.
Recuerda que la Navidad es solo una fecha en el calendario y que cada persona le da el significado que ella quiere.
Felices fiestas para todos y próspero año nuevo.