Creo que he tenido la suerte en
la vida de contar con personas extraordinarias en mi vida y ser para ellas
también alguien valioso en sus vidas. Sin embargo a veces no sabemos soltar o
transformar aquello que, por apegos, lleva mucho tiempo acompañándonos a lo
largo de nuestras vidas y se convierte en algo a lo que debemos dejar paso,
creando nuevos espacios a partir del vacío que se ocasiona.
La amistad cumple la importante
función de apoyo social, generando sentimientos de pertenencia y aceptación. A
su vez el sentimiento de pertenencia hace que se tengan más habilidades de
afrontamiento, que se den situaciones de autoeficacia y una mayor satisfacción
en las relaciones sociales; todo ello incide de manera beneficiosa sobre
nuestro bienestar físico y psicológico.
Las personas a veces nos
decepcionamos con las amistades por diferentes interpretaciones sobre qué
entendemos como verdadera amistad; en ocasiones creemos que damos más que lo
que recibimos y se produce un desequilibrio en la relación afectiva. Existen 5
características de las amistades sanas:
1. Autenticidad, es decir, expresar
claramente el modo de sentir sin máscaras ni reservas. No es lógico no decir
algo a un amigo por miedo a su respuesta o reacción por sentirse juzgado.
2. Cordialidad, que consiste en aceptar de
forma incondicional sin pretender que los demás hagan lo que uno quiere. Ello
no implica no dar nuestra opinión sobre lo que nos gustaría o lo que nos
molesta.
3. Empatía o capacidad de comprender lo
que la otra persona siente. A veces no hacen falta las palabras.
4. Disposición de apertura hacia el otro,
de compartir de puertas para afuera.
5. Equilibrio entre el dar y recibir,
entre los espacios compartidos positivos y negativos. Todos huimos de personas
que solo comparten dolor y desdicha.
La mayoría de las relaciones de
amistad y de pareja fracasan en alguno de estos puntos. Después, el éxito en
restablecer el equilibrio dependerá del esfuerzo que realicen las dos partes
por llegar a algo diferente a lo que fue, pero no necesariamente peor, sino
mucho mejor y más maduro.
Mi perspectiva, no solo como
terapeuta sino como amiga que ama profundamente a sus amigos es la de conservar
aquello que ha valido la pena en tu vida. Para mí, las personas importantes son
las que te hacen vibrar en algún momento de la vida y tú les haces a ellas
sentir la misma intensidad en esas emociones. Si algo se rompe, esos espacios
de salud compartidos permanecen en las almas, inalterables, y con un recuerdo
de adorable nostalgia.
Al igual que una antigua
tradición china que pega antiguas piezas de cerámica con oro y plata haciendo a
esas piezas más valiosas y únicas, en mi vida me he esforzado por conservar a
aquellas personas que han sido importantes para mí; en la mayoría de casos lo
he conseguido y, de no ser así, tengo claro que de mi parte he puesto todo
aquello que estaba a mi alcance por seguir compartiendo amor y ofreciendo todo
aquello que mis sentimientos provocaban en cada momento.
Muchas veces sufrimos pérdidas
porque nuestro ego no nos deja expresar lo que sentimos o pensamos, explicar
nuestras razones, nuestras emociones, decir “lo siento” o “no he sabido hacerlo
mejor”. Cada uno saca sus propias conclusiones y se protege proyectando la
responsabilidad en el otro.
He titulado este artículo MUSICA,
ILUSIONES E INFUSIONES en honor a dos personas que siempre han estado presentes
en mi vida, mis amigas. Estas tres palabras resumen para mí, de forma clara, el
valor de la amistad. La música siempre ha estado presente en mi vida como en la
de ellas; además hemos compartido muchas canciones bailadas, cantadas,
lloradas, reídas y escenificadas. Por eso la música es la melodía siempre
presente, armónica y continua de la amistad. Ilusiones son lo fundamental para nutrir
una amistad, pues no solo de penas y malos momentos se hacen los buenos amigos;
cuando alguien se alegra de tus éxitos como si fuesen suyos y se contagia de
tus ilusiones es un claro signo de amistad y algo necesario como condimento de
la misma. Por último, las infusiones implican tiempo compartido de charlas y
confesiones, un tiempo de transformación, maduro, reflexivo, un tiempo que ya
no es de copas ni de cafés, que sustituyen la locura por la serenidad madura de
compartir de forma sincera y sin miedos los pensamientos y sentimientos más
profundos que una persona pudiera tener.
…a mis amigas…