miércoles, 16 de septiembre de 2015

CON LA CAPA DE SUPERMAN Y VOLANDO AL RAS.

Todos desempeñamos roles cuando nos relacionamos con los demás. Dichos roles van cambiando y, en ocasiones, pueden llevar a relaciones patológicas y de dependencia mutua e insanas.
Resulta llamativo como, por lo general, no somos conscientes de qué actitud adoptamos cuando nos relacionamos con los demás, y cómo este rol determina, en muchas ocasiones, nuestra forma de comunicarnos y de relacionarnos. Son los llamados juegos psicológicos.
Hay 3 posibles roles que se adoptan cuando hay conflictos:
  • Víctima: en este caso, la persona adopta un papel de víctima de la situación. Es habitual que diga frases del estilo: “¿Por qué me pasa a mí esto?”,” Todo me pasa a mí”, “Tengo mala suerte”…. La persona en el papel de víctima busca auto compadecerse y que alguien le salve de su situación. Es una postura cómoda para la persona ya que trata de despertar sentimientos de pena y lástima en los demás.
  • Perseguidor: a diferencia del papel de víctima, la persona que adopta el papel de perseguidor suele aprovecharse de las debilidades de los demás para descargar su rabia con ellos. Se trata de humillar sin más, perseguir hasta que los otros se sientan culpables por lo que hacen o no hacen.
  • Salvador: la persona que adopta este rol trata incesantemente de salvar a todo el mundo de todos los males del universo, tanto si se lo pides como si no. El salvador ayuda por la necesidad intrínseca que siente de sentirse imprescindible.
Para este artículo me gustaría centrarme concretamente en el rol del salvador.  Esta persona denota una preocupación excesiva por los sentimientos y necesidades de los demás, incluso en detrimento propio. Cree que si se compadece de los demás y se sacrifica lo suficiente por ellos será una persona alabada y querida. No obstante, dado que raras veces hace públicas sus propias necesidades y sentimientos, y menos aún los hace prevalecer, lo normal es que termine sintiéndose agobiado e inapreciado. Sin embargo, al creer que sus acciones hacen de él “una buena persona”, en el fondo se siente orgulloso de su sacrificio y de su desvelo por el prójimo.
En el fondo el Salvador es un niño abandonado que sin saberlo espera encontrar a alguien que le salve. Tal vez sus carencias de niño/a abandonado/a le hacen tener la necesidad de no dejar a nadie desprotegido en un afán inconsciente de no revivir su propia historia de pérdidas y carencias.
Difícilmente podrá cubrir esas carencias cuando, en su intento de salvar, suele ser frecuente vincularse con personas dependientes, atrayéndose como los polos opuestos de un imán o también puede gestarse desde una relación interpersonal normal y derivar lo patológico bajo un hecho de características especiales como ser la pérdida real o subjetiva de autonomía, no solo física, sino que también en algún otro aspecto de la vida, por ejemplo podría gestarse entre dos amigos, familiares, pareja , en que uno de ellos pierda el trabajo o ingrese en una situación económica difícil.
Esta persona que asume el rol de salvador es aquella que presta toda su capacidad de acción sobre quienes se vinculan con ellas a través de su esfuerzo voluntario de superación,  proyecta sus capacidades en auxilio de los demás, a los que considera dentro de la frontera de su ego, con el objeto de hallar un lugar en el mundo.
Este tipo de respuesta interna puede también deberse a una sobre-exigencia sufrida en su crianza para poner en práctica valores morales impuestos, sin que se le haya permitido tomarse el tiempo de experimentar en la vida y equivocarse para
 
poder definir su propia moral.
Las razones por las que una persona actúa de esta forma son, en general, inconscientes; conscientemente se percibe como bondad y buena voluntad y puede haber sido un aprendizaje irracional inconsciente asimilado en alguna etapa de la vida o como medio para defenderse de la soledad, para encontrar un lugar en el mundo, para compensar sentimientos de culpa, los cuales pueden tener un contenido irracional o irreal introyectado en la niñez en ámbitos culturales en donde la ausencia de bondad era ampliamente censurada. Cabe aclarar que en esencia el que asume el rol de salvador tiene sentimientos positivos, solo que invade, o bien se deja manipular en ocasiones o manipula él, para actuar dentro del ámbito de la frontera del ego de otro ser humano, suponiendo que es el rol que corresponde en función de fantasías al respecto de sus capacidades.
Existen casos extremos en que este tipo de vinculación (dependiente – salvador) deriva gradualmente desde una relación normal a la trasformación en una relación patológica, en que la persona dependiente se convierte inconscientemente en un insaciable tirano y dominador, mientras que el salvador, en su inconsciente obligación autoimpuesta a hacer el bien proyectado exclusivamente en la persona dependiente, termina frustrado en una caótica relación de codependencia. Muchas veces el salvador se encuentra con sentimientos de culpabilidad al poner un límite sano en esas relaciones de dependencia insanas, viéndose juzgados por su propia víctima a la que ayudaban, que se convierte en cruel verdugo que expulsa a su salvador definitivamente de su vida, buscándose siempre tal como hace la víctima excusas en las que se justifica dicha expulsión y se culpa al salvador de no haberle dado la ayuda que requería o no haberle sabido entender a pesar de los esfuerzos y la energía gastada por el salvador en ayudar a la víctima que nunca se dejara salvar para continuar regocijándose en los beneficios de su propio rol de víctima.
El salvador debe aprender a salvarse a sí mismo, pues su propia necesidad de salvar a otros es un intento fallido por encontrar su propia salvación a sentimientos de pérdida y culpa albergados desde su niñez, produciendo su papel de continuo salvador frustraciones constantes y una falta de control, pues las víctimas tienen mucho miedo a salir de su papel por ser el único que conocen y saben representar y eso supone muchas veces que el salvador no consiga su objetivo de salvarlos con el posterior abandono de la víctima.
El desapego del salvador de esas personas y el establecimiento de límites y superación del abandono de la víctima ,muestra de forma visible la mejora en el sentimiento de abandono del niño que se convierte en su propio salvador.
¿Qué pasa cuando Superman se quita su capa? , Nada, solo que no puede volar ni tiene superpoderes; se convierte en una persona normal con responsabilidades normales, un trabajo normal y una vida normal, no en un superhéroe pendiente de salvar al mundo de todas sus catástrofes.
La persona empieza a saber pedir a otros y establecer relaciones sanas que le aportan y no relaciones en las que solo aportan ellos a víctimas necesitadas.
Venga Salvadores, quitaros la capa, es muy cansado ser un superhéroe de por vida, quitaros los miedos al quitaros la capa, pues debajo se esconde una increíble persona con miedos y coraje para afrontar cualquier cosa, aunque no podamos volar.
Dedicado a todas aquellas personas que asumen el difícil rol de salvadores y en especial a esa niña de mirada dulce a la que tanto quiero para que se quite la capa…