viernes, 16 de noviembre de 2018

IX RETIRO DE SALUD


Vivimos en una sociedad que cada vez va más rápido, que no deja espacio para pararnos a reflexionar, una sociedad en la que necesitamos cada vez más cosas y somos más dependientes de ellas. Una sociedad en la que cada vez más miramos más a las pantallas y menos a los ojos, nos escuchamos menos y escuchamos más el móvil o la televisión. En esta sociedad, sin embargo, dependemos más del otro y en especial de la pareja. Tenemos miedo a quedarnos solos y a veces nos resignamos a vivir al lado de alguien que nos hace infelices y acabamos sometidos a una rutina de infelicidad. En muchos casos no elegimos a la otra persona, la necesitamos. Desde hace 9 años el Gabinete de Psicología Vila de Paz organiza retiros de salud para que las personas podamos reencontrarnos en un espacio lleno de calma, donde compartir talleres y actividades dedicadas a uno mismo; este año en concreto hemos trabajado nuestros apegos y cómo éstos generan las futuras dependencias y codependencias a la hora de escoger las parejas.
Creo que sin espacios para uno mismo es muy difícil evolucionar en el profundo autoconocimiento y también creo que el despertar a la vida espiritual es el resultado último de cualquier proceso terapéutico integral y completo.
Es más, pienso que no se puede desarrollar una vida espiritual completa e integral cuando la energía vital no pulsa óptimamente en los niveles básicos del ser, como son el corporal, emocional y mental; de la misma manera que las aguas de un río no pueden desembocar espontáneamente en el mar cuando su curso ha sido interrumpido en algún punto de su recorrido.


Es de gran importancia que encontremos un lenguaje común para que nos demos cuenta que el ser humano es una totalidad y tomemos conciencia de nuestra globalidad.
Con esta filosofía se llevó a cabo el IX Retiro del Gabinete de psicología Vila de Paz, bajo el lema: "No te necesito, te elijo" y en el que participaron un total de 36 personas. En estos retiros participan cada año diferentes profesionales del ámbito de la salud como médicos, psicólogos, enfermeras, profesores de yoga y meditación, fisioterapeutas, musicoterapeutas, danzoterapeutas, quiromasajistas, entre otros. Este año trabajamos nuestros apegos y las dependencias emocionales que nos creamos, un tema que suscitó un gran interés en todos los participantes, que colaboraron de forma sincera, humilde y honesta, mostrándose muy abiertos y receptivos en todos los talleres realizados. Además, hemos podido degustar una cocina llena de amor. Ha sido todo un lujo que Leila Sabbouh, propietaria y chef del restaurante La Mirilla, en Barcelona, y Carlos Ameijeiras un repostero extraordinario, nos deleitaran a todos con unos sabores exquisitos y unos platos llenos de color y amor, un verdadero placer para los sentidos.

La experiencia fue, igual que en el primer retiro y todos los que le siguieron, totalmente enriquecedora, tanto para participantes como para docentes. Sensaciones y emociones como alegría, calma, armonía, esperanza, unión, evolución, aprendizaje, lágrimas, sonrisas, abrazos y paz recorrieron la maravillosa possessió de les cases de Son Sant Andreu, una casa llena de historia, custodiada por Biel, un tipo extraordinario conocedor de sus entresijos.
Al despedirnos todos sentimos que el próximo retiro ya está en nuestro pensamiento y en el deseo de todos los que participamos en este noveno encuentro. Hubo en este gran fin de semana tiempo para reir, llorar, para meditar, para abrazarnos, para charlar, para pasear, para jugar, pintar, soñar, imaginar, disfrutar de una buena comida, compartir, recargar, bailar, amar y para sentarnos en círculo a intentar encontrar las emociones que nos llevan a alcanzar un equilibrio emocional e intentar orientarnos en la medida de lo posible hacia ellas.

Un fin de semana de reencuentro con nosotros mismos y conexión con los demás, reencuentro con esa parte del ser humano que no está en guerra consigo mismo y con el resto del mundo, que sólo pretende crecer para hacer de este mundo algo mejor, extrayendo lo mejor de cada uno de nosotros. Agradecer a otros y continuar. Nos vemos en el décimo retiro.


martes, 25 de septiembre de 2018

UN EQUIPO SIN ESTRELLAS CON UN CIELO CLARO

Desde hace un tiempo me dedico a asesorar empresas en la parte de relaciones humanas como coaching empresarial y es algo apasionante poder aportar algo de claridad a las diferencias existentes que crean conflictos y estancamientos en los equipos humanos.
Una organización es un sistema humano complejo, sin duda algunos de una complejidad mayor debido al gran crecimiento de las mismas. Si ya en un sistema aparentemente sencillo como el familiar conviven conflictos que a todos nos producen malestar, en una mediana o pequeña empresa esas dificultades se van multiplicando en base a muchos factores, como por ejemplo, el tamaño de ese sistema organizacional.
En mis experiencias como coaching en los últimos años he podido detectar que,  independientemente del equipo o el objetivo de la empresa, las dificultades siempre son las mismas: las relaciones humanas y el tipo de liderazgo que guía a la empresa. Aquellas empresas grandes en las que conviven muchas personas y los organigramas son más diversos, tienen muchas más dificultades, pues los sistemas son más complejos e intervienen muchas más personas. Por otro lado, si aprovechásemos las sinergias de las capacidades de los equipos humanos grandes y empezásemos a cambiar la forma de vernos los unos a otros, desde una mirada más humilde y amorosa, los resultados de las empresas sin duda se multiplicarían hacia el éxito.
En mi formación he tenido también la suerte de conocer empresas que hacen del trabajo un lugar feliz, donde todos se dirigen, sin perderlo de vista, hacia un objetivo mayor y más grande que las discrepancias entre sus opiniones o egos encontrados. En dichas empresas hay algo común de suma importancia, y es que cada uno sabe ocupar su lugar y mirar al otro desde el respeto y la humildad, pues es bien cierto que de opiniones diferentes a la nuestra y de diferentes puntos de vista siempre podemos aprender algo nuevo y enriquecedor.
Hay un autor, Robert Safdie, que me encanta por su trabajo con equipos humanos; consultor en administración y recursos humanos y autor del libro ¡Aquí mando yo!, muchas de las cosas que relata han sido una fuente de inspiración en mi trabajo en organizaciones humanas como hospitales, hoteles, empresas generadoras de recursos, escuelas, etc.
Safdie considera que una persona pobre bien puede ser autoritaria y prepotente, porque esto no depende del estatus, sino del carácter, porque la humildad corresponde a dos virtudes principales: el respeto y la tolerancia.
En el plano laboral, además, se hace necesario que esta actitud sea recíproca. Ser respetuoso, tolerante y colaborador, pues, es fundamental para el trabajo en equipo. Es sencillo: un equipo no debe tener estrellas, sino un grupo de personas que comparten los éxitos y asumen juntos las responsabilidades cuando las cosas no funcionan.
Así mismo, advierte que no se debe confundir humildad con sumisión. “Una persona puede ser humilde manteniendo intacta su autoestima, sin ser sometida”. Está a favor de ser un colaborador, no un subalterno para toda la vida y por ello recomienda a los  niveles superiores que busquen trabajar con gente humilde sin ser sometida, pues podrá confiar en que ellos pondrán en evidencia su verdadera personalidad y usarán su criterio.
La persona sometida no inspira confianza, pues hace solo lo que se le manda y lo interesante para avanzar es que la persona tenga derecho a opinar,  disentir y  tomar iniciativa. Que mientras respeta las normas, procedimientos y colaboradores, pares y superiores en la jerarquía laboral, jamás deja de hacer prevalecer su autoestima. Alguien que está consciente de lo que vale, de lo que puede aportar y de sus debilidades, interpreta bien el concepto de humildad.
El liderazgo humilde sí es posible, dice Safdie, y consiste en respetar al equipo de trabajo, aceptar a todos como son y ayudarlos a progresar, guiarlos hacia el éxito. Mandar contra toda razón no es ser líder, al igual que tampoco lo es no definir una línea clara en el horizonte de hacia dónde se dirige el equipo. El líder debe ser un cielo claro que marque el camino, donde cada uno se coloque en su lugar, sin estrellas que brillen más, desde la igualdad, en base a las competencias y formaciones de cada uno de los miembros del equipo. No existen tareas más o menos importantes, sino aquellas para las que estamos preparados y formados y que, a su vez, nos motivan y apasionan.
A menudo en las empresas suceden cuestiones muy simples que se vuelven complejas, como en los intentos de establecer relaciones con otros que terminan en malestar, porque la otra persona no responde como esperábamos o simplemente no muestra interés. Ese malestar  proviene de las expectativas: esperamos algo del otro a cambio de nuestra intención. Y de eso también hay que liberarse cuando se quiere descubrir lo que es la humildad, puesto que el  otro no tiene la obligación de llenar mis expectativas ni darnos la respuesta que queremos. Lo único que cabe hacia el otro, en su diferencia, es el respeto. Cada persona que forma parte de un equipo humano tiene la responsabilidad de  trabajar en sus emociones y aprender a no sufrir cuando no se cumple lo que uno espera.
Las expectativas, aunque lo parezca, también son una forma de encumbramiento del ego. Creer que se sabe, se tiene o se puede más, y por tanto, se tiene derecho a esperar más. Si nos ponemos por encima de los otros no puede haber comunicación real.
El otro extremo es tomar una actitud de aceptación a todo lo que el otro quiera, dejando de lado el propio criterio; rebajarse tampoco es humildad, sino más bien un grado  de servidumbre y de falta de autoestima. Creerme menos que el otro es actuar desde el miedo. El humilde no se desprecia sino que es muy acertado en cómo se ve y se presenta a sí mismo. El humilde habla de sí mismo y sus emociones y no utiliza las opiniones de otro como escudo ni como arma arrojadiza cuando las opiniones del otro son diferentes.
Uno de los objetivos fundamentales, como persona dentro de un equipo, es el plantearse individualmente  la siguiente pregunta: ¿Puedo aceptar a esta persona en totalidad tal cómo es? Así es válido esperar que el otro tenga la intención de aceptarnos también. Pero si mido el valor del otro en función de que cumpla o no mis expectativas estoy diciendo que mis parámetros son los únicos válidos, que para mí no existen los de la otra persona.
La humildad, tiene mucho que ver con la empatía, saber que el otro es tan digno de vivir y ser amado como uno mismo, y que para tratar de hacer algo juntos hay que poner los dones de cada uno al servicio de un bien mayor. Si tengo esa intención y el otro lo percibe estamos conectados y no nos obstaculizarán la soberbia, la vanidad, la envidia y la competencia.
Para llegar a la humildad hay que salir del camino de la competencia, aun cuando nos  han puesto el competir como la clave del éxito. La humildad implica gratitud ante la vida, contentamiento por ser quien se es. Si quieres llegar a cierto nivel para servir más y mejor, puedes hacer un camino de éxito sin perder la humildad. Puedes destacar, pero lo importante es qué te impulsa  a llegar allí.
Pues la persona más humilde no está para ser servida, sino que ha desarrollado una gran capacidad de servicio. Mientras más respetable eres, mayor es tu nivel de respeto para los otros. Quien ha recibido mucho (conocimiento, experiencia, títulos, bienes, dones) adquiere altas responsabilidades de servir.
Y el primer servicio que presta la humildad es el bienestar y la paz interior. El poner límites sanos y conscientes es reconocer que los necesito para tener paz y salud. No se trata de dejarse golpear dos veces la mejilla, sino de tener el temple de no devolver el golpe, de expresar el propio parecer, esperar a que el otro reaccione mejor, y si no, retirarse.
Es decir: Tengo tanta dignidad como tú y no te doy permiso de que me faltes el respeto. Eso no es bueno para ti ni para mí. Tú has de crecer aprendiendo a respetar a los demás, y yo he de crecer aprendiendo a poner un límite sano para mi bienestar.
Es apasionante al realizar trabajos en  grandes empresas, con diferentes colectivos y un gran número de empleados, como se puede observar el cambio de mirada hacia el otro cuando nos paramos a hacerlo desde la humildad  y la escucha, cuando no nos miramos únicamente a nosotros mismos sino que nos permitimos acercarnos al otro. Tal como dijo  Warren: “Humildad no es pensar menos de ti mismo, es pensar menos en ti mismo”.
Invito a los líderes de cualquier empresa a dar espacio para que los equipos se miren con humildad, a ser cielos claros que ayuden a que todas las estrellas ocupen su lugar y entre todas puedan iluminar un cielo cada ver más hermoso y claro.

miércoles, 14 de febrero de 2018

UNO MAS UNO SUMAN MÁS DE DOS

Las parejas, cuando se conocen, en muchas ocasiones se enamoran desde sus carencias y ven en el otro todo aquello que admiran y de lo que creen carecer en sí mismos. Pasa el tiempo y con nuestra evolución personal, aquello que un día vimos admirable ya empieza a cansarnos e incluso, en ocasiones, a molestarnos y empiezan los problemas en la pareja, que normalmente atribuimos a que la otra persona ha cambiado, cuando en realidad somos nosotros los que, al evolucionar, la vemos de un modo distinto.
Muchas parejas simplemente repiten el comportamiento que sus padres u otros miembros de la familia tuvieron en su propia relación. Entonces, el terapeuta de pareja puede ayudar a identificar estos patrones de comportamiento -en el miembro, o en ambos, para desarrollar una respuesta más sana-.
Uno de los grandes inconvenientes de la terapia de pareja es que se suele acudir cuando se lleva mucho tiempo en situación de malestar y no cuando uno de ambos se da cuenta de que las cosas ya no son como antes o como se esperaba que fuesen en un principio. En muchos casos la única solución es la separación y la tarea del terapeuta facilitar que ésta sea lo más sana posible y ayudar a transitar el dolor de la manera más adaptativa que se pueda.
En las dificultades que aparecen en las relaciones como en la elección de la pareja influyen muchísimas causas y factores y uno de ellos es la personalidad de cada uno de los miembros de la pareja por lo que el trabajo terapéutico tiene que ser también un espacio terapéutico de trabajo individual, donde la autoestima y el ego personal se conozcan y se trabajen individualmente y se adquiera un profundo conocimiento de uno mismo antes de tratar de entender al otro.
También influirá de forma determinante la relación que tuvimos con nuestros padres; si tuviste muy buena relación con tu madre buscarás una mujer que se parezca a tu madre, o si la echas de menos a alguien que la sustituya y te cuide como una madre.
Si tu padre era un ídolo para ti tu pareja tendrá sus mismas características, o pondrás como condición que eso que tu padre hacía y no soportabas, tu pareja también lo odie profundamente.
Las proyecciones que hacemos de estas dos relaciones en la relación de pareja son enormes; es importante ser consciente de ello para no encadenar a nuestra pareja a una realidad que no es ciertamente la suya, sino nuestra mirada inconsciente.
Otro aspecto fundamental que influye es el propio recuerdo de la relación de pareja que tus padres tuvieron entre ellos.
Los recuerdos de infancia sobre cómo se trataban o si en su relación hubo infidelidades son aspectos que influirán en la tuya. Puede que escojas repetir el patrón del que fue infiel, puede que escojas el de la víctima. Si se divorciaron cuando eras muy pequeño sin volver a construir nuevas parejas, puede que para ti sea muy complicado mantener una relación de larga duración.
Si la relación de pareja de tus padres no  era buena, si no se querían, no se deseaban, o estaban juntos solo por inercia o por miedo a separarse, posiblemente ocupaste un triángulo en su relación.
En los triángulos con los padres los hijos crecen en un mal lugar, establecen lealtades profundas con uno de ellos y se vuelven incapaces de valorar al otro género o de respetarlo.
Respóndete sinceramente a estas preguntas: ¿Eres la hija preferida de papá, o el niño mimado de mamá?, ¿Eres la competidora de mamá? El psicólogo te ayudará a responder y entender tus respuestas, pero trata de acudir a uno que trabaje desde una perspectiva sistémica donde se tenga en cuenta a los sistemas familiares y las características y las relaciones entre ellos.
Además piensa que si acudes a terapia de pareja debes estar dispuesto a trabajar en un conocimiento profundo de ti mismo y de tu propia familia y que ese trabajo no se limita solo a las sesiones que se realizan en consulta sino a un trabajo en casa, siendo las tareas  acordadas una parte importante de la terapia ya que permite que los aprendizajes se consoliden y se generalicen. Además, hay que pensar que las tareas para casa, casi siempre, están pensadas para ambos y suelen ser divertidas e interesantes.
Solo puedo deciros que no escogemos a la pareja por casualidad, sino más bien por causalidad y que es una de las personas de las que más aprenderemos de nosotros mismos si estamos dispuestos a ser humildes y reconocer nuestras carencias y las dificultades que repetimos a partir de lo que nuestro sistema familiar no supo hacer mejor, sin juzgar al otro y sin juzgarnos a nosotros mismos, aceptando que cada uno hace lo mejor que puede en cada momento al igual que nuestros padres lo hicieron del mismo modo. El simple hecho de entenderlo, mirarlo y aceptarlo nos da las posibles soluciones y nos libera de cargas innecesarias del pasado y presente, ofreciéndonos un futuro más esperanzador.
 

viernes, 12 de enero de 2018

EXPECTATIVAS DE FAMILIAS PERFECTAMENTE IMPERFECTAS


Hoy necesitaba más que nunca reflexionar sobre el tema de las expectativas, porque no me sentía bien después de unos días de reposo cargados de fiebre y tos.

Nacemos desnudos y puros, sin maldad, sin creencias que nos limitan, inocentes. Pero esa pureza poco a poco es sustituida y suprimida por conceptos que nuestros padres, profesores, sociedad y medios de comunicación, entre otros, nos enseñan. Nos "programan" con un guion erróneo de cómo deben ser las cosas, los conceptos y prioridades de la vida, porque ellos, a su vez, fueron programados anteriormente de un modo semejante y en eso creen.

Las personas nos pasamos gran parte de nuestras vidas sintiéndonos mal por lo que alguien nos hizo o, por el contrario, dejó de hacer, ofendidos por lo que alguien dijo o por lo que no supo decir. Todo ello depende de lo que cada uno esperamos del resto, de las expectativas que creamos cada uno de nosotros con nuestros pensamientos sobre lo que esperamos de los otros y en especial de nuestras familias y aquellos a quienes apreciamos y amamos

TÚ esperabas que tus padres te dieran más amor... ¡no te ofendas!...son "tus" expectativas de unos "padres ideales", pero seguro que ellos lo hicieron lo mejor que supieron y pudieron.
TÚ esperabas que tu pareja reaccionara de una manera y no lo hizo...tu pareja no te ha hecho nada, sino que es la diferencia entre lo que tú esperabas y lo que ella sintió y supo o pudo hacer. TÚ esperabas unas navidades donde el amor y la alegría lo inundasen todo y nuevamente tus expectativas te ofenden, pues todo eso no depende de ti únicamente y la sensación de sentirte herido por lo que te hacen los otros se irá cuando dejes de poner las expectativas en los demás, creyendo que se comportaran como tu deseas o esperas. Solo puedes poner expectativas reales sobre aquello que depende exclusivamente de ti.

Es necesario tener muy claro y entender que nadie te ha ofendido y que son tus "expectativas" de cómo deberían actuar los demás lo que te molesta.
Estas ideas son el resultado de las influencias externas a lo largo de tu periodo de aprendizaje y de cómo podemos aprender de nuevo, renaciendo a nuevos estilos de vida más sanos. Es necesario saber que la mayoría de las personas nunca van a ser y a comportarse como tú deseas porque son libres de hacerlo a su manera.  Ni padres, ni hijos, ni amigos, ni parejas se comportaran según el concepto que tú tienes de cómo se deberían comportar, pues es solo tu creencia y no la realidad. Todos somos parte del engranaje de la naturaleza y el hecho acertado es dejarlos fluir sin intentar controlarlos.

Nuestras familias si bien no son perfectas ni como deseamos, son las que tenemos y las que nos han traído a la vida. Amarlas y disfrutarlas tal y como son sin poner expectativas y dejarlas fluir es algo difícil pero muy sano emocionalmente. Sin embargo, eso no significa que no podamos pedir lo que necesitamos a nuestros seres queridos, eso sí, aceptando cualquier respuesta y expresando nuestro malestar si alguna situación nos resulta desagradable o dolorosa, pues cualquier emoción que no gestionamos, comprendemos o aceptamos puede ser causa de un síntoma y una enfermedad de mayor o menor gravedad. Cualquier emoción silenciada para no crear conflicto acaba generando un síntoma en nuestro cuerpo para sacarlo de otro modo diferente al natural, que es expresando la emoción a través de la comunicación y liberándola al transitarla y sentirla sin quedarnos atrapados en ella. El síntoma y la enfermedad es pues un mensaje del cuerpo que nos invita a expresar y gestionar nuestras emociones. La enfermedad común de estas fechas navideñas es la gripe, que está relacionada con la ira con respecto a alguien o algo, que dijo o hizo alguna cosa que no te gusto o no supiste encajar. La emoción que se oculta detrás de una gripe o resfriado puede ser:

·         Reacciono mal ante las opiniones o críticas de los demás.

·         Miedo a reaccionar con furia.

·         Miedo a defender mi opinión o posición.

·         Incapacidad para "responder" asertivamente.

Cuando hay peleas  o discusiones prolongadas en el tiempo, entonces,  el resfriado se convierte en bronquitis. Esas peleas no son discusiones sino más bien la incapacidad emocional para expresar al otro aquello que nos hace sentir mal por no disgustarlo, reteniéndolo por miedo.

Cualquier enfado puede acabar en resfriado si no lo gestionas adecuadamente. Para gestionarlo, lo primero será tomar conciencia del enfado. Recuerda que si hay síntoma es porque no somos conscientes del conflicto. Reconoce lo que te enfada y cámbialo, si tienes que ir a la comida de navidad puedes ir,  pero sin expectativas, aceptando la situación y no esperando que los demás cambien. Si te enfadas es por tus expectativas, porque quieres que las cosas sean como tú crees que deben ser; sin expectativas no hay enfado ni frustración. Es más, cuando no hay expectativas, cuando tu cambias, las personas cambian y ya no hacen nada que te pueda enfadar, pues ya no hay falsas esperanzas de la familia perfecta tal y como cada uno la entendemos según nuestras creencias, muchas veces basándonos en comparaciones irreales con otra familias aparentemente felices y perfectas.

Practica vivir sin expectativas en referencia a cómo deben comportarse los demás; practica vivir el presente sin esperar nada de nadie y verás como un mundo mágico se abre ante ti.