domingo, 7 de febrero de 2016

¿ Y tú cuando perdiste tus sueños?


 
A veces miramos atrás y pensamos en los logros que hemos alcanzado a lo largo de nuestra vida; a pesar de contar con un montón de ellos sentimos una especie de vacío o insatisfacción sin saber el motivo. Quizás entonces debiéramos preguntarnos si lo que hemos conseguido es lo que deseamos o es tan solo lo que se esperaba de nosotros. Y ahora, ¿Cuáles son nuestros sueños y anhelos? Si no tenemos una repuesta inmediata quizás los hayamos perdido por el camino o tal vez el recorrido seguido ha sido aquel que nos dictaba la razón y no el corazón, o bien puede que hayamos llegado a ser personas con innumerables  éxitos y, sin embargo, haya desaparecido en nosotros esa pasión que un día tuvimos y nos llenaba de una energía exultante de la que ahora carecemos. Dedicarnos un tiempo a escucharnos, a hablarnos a nosotros mismos, a recuperar esos deseos es fundamental. A veces el reencuentro con nosotros mismos termina con esa búsqueda constante de llegar a ser más, tener más, destacar más,  para simplemente sentir más amor y pasión por las cosas sencillas y cotidianas de la vida. Sentir cómo disfrutamos de cada paso del camino, pararnos y descansar, entregarnos sin miedo a sentir el amor. Hay algunos aspectos que nos indican de forma clara si nuestro camino emocional es el adecuado o no. ¿Nos irritamos fácilmente ante demasiadas cosas? ¿Sentimos que nada nos satisface? ¿Conseguimos un éxito y apenas somos capaces de disfrutarlo? ¿Nos comparamos con otros? Si contestamos sí a más de una de estas preguntas tal vez debiéramos hacer un stop en el camino. Si no somos capaces de dedicarnos ese espacio tal vez sea el momento de pedir ayuda y que alguien nos acompañe en el camino de la búsqueda de nosotros mismos para recuperar esos sueños que un día se perdieron por el camino.
Nuestros sueños marcan la dirección a seguir; nuestra pasión nos da el impulso para dirigirnos en su búsqueda; nuestras emociones nos indican si esa ruta es o no la adecuada. Cuando vibramos en sintonía a esos sueños disfrutamos de emociones de sosiego y calma a la vez que tenemos energía exultante y nos sentimos conectados con la vida y la naturaleza.
Nos tratamos a nosotros mismos como nos trataron en nuestra infancia. Y si los adultos negaron o ignoraron nuestros deseos, nosotros seguiremos haciéndolo a no ser que nos paremos un instante y decidamos cambiar el rumbo. Reconocer qué fue lo que necesitamos y no obtuvimos de niños es el primer paso para sanar heridas y sentirnos más libres. Observando a un niño es fácil entender cuál es esa conexión y la energía que nos lleva a seguir el camino hacia lo que en esencia somos y nos hace sentirnos bien. Cada uno de nosotros venimos a este mundo con el derecho a ser felices y con una misión que nos hace sentirnos bien. Si te sientes abatido/a o no encuentras ese camino, párate y cambia de ruta, busca otra manera de vivir si con la que tienes te das cuenta que ya nada te hace sentir la pasión de ese niño descubriendo día a día lo maravilloso de la vida.
En nuestro niño interior reside nuestra autenticidad y espontaneidad; nuestras ilusiones y deseos profundos. Nuestra responsabilidad como adultos reside en encontrar a nuestro niño y darle aquello que no supieron darnos; puede ser un trabajo difícil con recorridos dolorosos pero la recompensa es una vida llena de vitalidad y de reencuentro con nuestros sueños.