La
comunicación es esencial en cualquier relación de pareja porque a través de
ella podemos conocer, comprender y amar a las personas, ya que no se puede amar
lo que no conocemos. Además es importante comunicarnos para que nuestra pareja
sepa lo que nos gusta, lo que pensamos, lo que sentimos, lo que necesitamos o
esperamos de la vida y con esto nuestra pareja podrá tener un mayor
conocimiento en general de nosotros y podrá entendernos y ayudarnos cuando así
lo necesitemos.
La comunicación es algo fundamental en las relaciones que tenemos y esa manera de
comunicarnos se aprende desde que somos pequeños, con los padres, quienes serán
los referentes a la hora de buscar pareja y en la manera de comunicarnos con
ella, entendiendo como “normal” aquella comunicación que mis padres tenían
entre ellos y copiando uno u otro modelo de ellos, el del padre o el de la
madre. Es importante hacer un alto en el camino y evaluar hasta qué punto hemos
permitido que la mala comunicación erosione la relación de pareja. Un
matrimonio en el que el orgullo lleva a evitar toda evaluación de ideas, así
sean diferentes en cada uno de los cónyuges, está camino al fracaso. La
comunicación llega a ser efectiva entre los cónyuges cuando, a pesar de las
diferencias de opinión, se establece un canal de diálogo conducente, no a
agravar la situación, sino a procurar el entendimiento. Nos damos un espacio
para intercambiar ideas, sentimientos y opiniones, y profundizar en el
conocimiento del otro.
La comunicación, para que sea sana,
debe ser coherente. Lo que decimos con las palabras debe estar
en sintonía con lo que expresamos con
los afectos. A las palabras deben corresponderles
sentimientos, comportamientos y gestos coherentes. Además una buena
comunicación es intencionada, significa saber qué
se dice y querer decir las cosas concretas
de la manera apropiada. Además la comunicación debe ser clara
y transparente, sin segundas intenciones para no dar lugar a interpretaciones.
Cuando conocemos a una pareja, ésta
trae tras de sí a todo su sistema familiar y posiblemente si en la casa de uno
de los cónyuges no se comunicaban sus padres, él o ella consideren que lo
normal sea la ausencia de la comunicación. Por el contrario puede suceder que
el otro cónyuge viviese en un ambiente familiar donde se decía todo y se
expresaban los afectos de forma desbordada, por lo que le costará entender a
una pareja que no expresa ni comunica nada, que a su vez verá excesiva la forma
de comunicarse de aquél.
Pedir ayuda cuando la comunicación
no es adecuada puede ser de gran ayuda pues al igual que hemos copiado la
comunicación a través del aprendizaje vicario de nuestros padres podemos
reaprender nuevas formas de comunicación más sanas para establecer puentes que
nos acerquen a nuestra pareja y a otras personas con las que nos cuesta establecer
una comunicación efectiva. Quizá si entendemos que replicamos las conductas de
nuestra familia de origen y nuestra pareja las de la suya podamos crear nuevas
formas genuinas de entendernos desde el tú y yo, construyendo un nosotros.
Algunas sugerencias para la comunicación en la pareja podrían ser, entre
otras:
Ø Cada uno habla por él y no en el sitio del otro.
Ø Nadie es capaz de leer la mente de los demás.
Ø No interrumpir al otro cuando habla.
Ø Evitar los “dobles sentidos”.
Ø No usar intermediarios.
Ø Ninguna alusión, ironía,
Ø No remover el pasado.
Ø Un tema cada vez.
Ø Utilizar un lenguaje propositivo.
Ø Esperar 5 segundos antes de contestar.
Ø Hablar en “yo” y no en “tú”.
Hablar de lo que yo siento
ante esa actuación sin juzgar los actos del otro
Os animo a todos a regalaros
estas fiestas un espacio de comunicación con el otro si podéis hacerlo solos, y
si no es posible, pidiendo ayuda a un profesional especializado en la comunicación
familiar y de pareja. Las palabras bien empleadas deshacen nudos y angustia. Las
palabras adecuadas iluminan el camino y lo llenan de nuevas esperanzas.