lunes, 30 de junio de 2008

¿Somos inmaduros?


La personalidad es una organización dinámica y en continuo cambio en la que influyen nuestras experiencias, el ambiente y la herencia de nuestros padres, por lo que confluyen los aspectos físicos, psicológicos, sociales y culturales. Al ser algo en continuo cambio, las conductas derivadas de nuestra personalidad también pueden cambiar y por eso algunos psicólogos intentamos ahondar en la mecánica interna del comportamiento, para así poder cambiarlo, mejorarlo y hacerlo más equilibrado, adaptativo y en definitiva que nos haga sentirnos bien con nosotros mismos.En la inmadurez existen muchos comportamientos poco adaptativos, que debido a esa inmadurez, se pueden cambiar , mejorar y hacerse mas adaptativos.
Cada uno de nosotros tenemos como objetivo primordial el conocernos a nosotros mismos, saber las actitudes y las limitaciones que uno tiene. Aceptar esas limitaciones es un signo de madurez y que ayuda a tolerar la frustración ante los fracasos. Estar en la realidad es conocer el hoy y ahora de uno mismo sin creerse menos ni más que nadie.
La inmadurez es la mala o nula percepción de la realidad: la captación incorrecta de sí mismo y del entorno que le rodea lo que lleva a tener una conducta desadaptada tanto con uno mismo como con el contacto con los demás, no sabiendo medir las distancias ni las cercanías de forma adecuada.
Suele también suceder que hay una ausencia de un proyecto de vida, sin embargo la vida no se improvisa y necesita una cierta organización, un esquema que diseñe el porvenir y sobretodo unos valores: amor, trabajo, cultura, etc. No se puede vivir sin amor, el amor debe ser el primer argumento de la vida, que da fuerza a los demás; pero no hay amor sin renuncias y nadie puede ser absoluto para otro. El amor eterno no existe; el amor se va trabajado día a día, amar no significa tener dulces sentimientos, sino volcarse con el otro en las pequeñas cosas de cada día.

La inmadurez suele ir acompañada también de baja o nula responsabilidad y de falta de madurez afectiva, de falta de madurez intelectual. Existen muchos tipos de inteligencia, pero en lo referente a la madurez, una persona es inteligente cuando sabe centrar un tema, haciendo razonamientos y juicios de la realidad adecuados, siendo capaz de elaborar un conjunto de soluciones asequibles y positivas que permitan resolver problemas concretos. La inmadurez se caracteriza al contrario por la falta de visión y de planificación del futuro, serias dificultades para racionalizar los hechos. La vida es como un viaje, por eso es importante saber a dónde uno quiere ir.
La voluntad también se trabaja y se madura, cuando es frágil, convierte al sujeto en alguien blando, voluble, inconstante, frívolo, caprichoso, incapaz de ponerse objetivos concretos, ya que todos se desvanecen ante el primer estímulo que llega de fuera y le hace abandonar la tarea que iba a tener entre manos. Un ser que ha aprendido a no vencerse, sino a seguir sus impulsos inmediatos, que se entusiasma fácilmente con algo, para abandonarlo cuando las cosas se tornan difíciles.Esto trae consigo baja tolerancia a las frustraciones, ser mal perdedor, ya que tiene poca capacidad para remontar las adversidades, pues no está acostumbrado a vencerse en casi nada; surge así la tendencia a refugiarse en un mundo fantástico, para alejarse de la realidad. Los criterios morales y éticos también son inestables: la moral es el arte de vivir con dignidad; el arte de usar de forma correcta la libertad, conocer y poner en práctica lo que es bueno. En la persona inmadura todo está cogido por alfileres y fácilmente se deshilacha y se rompe. La moda, la permisividad, el relativismo, el seguir los vaivenes de lo último sin ningún espíritu crítico.La madurez es uno de los puentes levadizos que lleva a la fortaleza de la felicidad, y es el resultado de un trabajo esforzado, serio, paciente, de quitar y añadir, de pulir, de limar, de intentar que nuestra forma de ser sea como una piedra de canto rodado de esas que vemos en los ríos y que casi no tienen aristas.

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