miércoles, 15 de octubre de 2008

Aprender a decir que no


Para llegar a nuestra plenitud como seres humanos necesitamos de los demás.
Aprender a vivir en sociedad es indispensable para realizar cualquier actividad. Gran parte de la labor que se realiza en cualquier organización social, educativa o empresarial requiere que varias personas, con habilidades distintas, se pongan de acuerdo y formen un equipo de trabajo.
La paz y un mejor futuro para nuestra especie dependerá de que logremos desarrollar, en nosotros y en nuestros hijos, habilidades para aceptar las diferencias, entendernos, colaborar unos con otros y gozar de la convivencia. Una habilidad indispensable es la de saber decir que no.

En nuestra infancia nadie nos enseña a decir que no, es un problema generalizado en nuestra cultura ¿por qué nos cuesta decir que no? Son varias las razones: la búsqueda de aprobación, la preocupación por ayudar a los demás a la espera de que éstos hagan lo mismo por nosotros en el futuro, la evitación de las situaciones de confrontación, etc.
No saber decir que no supone entrar en un círculo vicioso del que resulta difícil escapar. Cada vez nos comprometemos a hacer más cosas: en el trabajo, en casa, en nuestro círculo de amistades y ello nos provoca un grado de estrés innecesario. ¿Podremos mantener todas las promesas que hemos hecho? ¿Hasta cuándo vamos a poder sostener este ritmo?

La próxima vez que alguien te pida que te olvides de tus prioridades, valora el coste que esto tendrá en tu tiempo, tus proyectos e intereses personales. La mejor manera de aprender a decir "no" es empezar a practicarlo.
No olvides que para conseguir nuestros objetivos es muy importante saber decir "no" de forma asertiva, respetando los sentimientos y las opiniones de los demás. Por ejemplo:
"Te agradezco que me hagas esta oferta, pero ahora no puedo asumir más compromisos de los que tengo; en el futuro estaré encantada de poder colaborar con vosotros"
Si eres nuevo en el entreno de la asertividad, ensaya en situaciones de bajo riesgo en las que estás perfectamente convencido de tu derecho a decir que "no". Así irás cogiendo la confianza necesaria para ejercitar este derecho en situaciones más difíciles.
Quizá no somos conscientes de ello, pero en realidad estamos diciendo "no" a muchas cosas a lo largo del día: si decidimos quedarnos trabajando en la oficina hasta la noche, estamos diciendo "no" a la familia o a nuestro descanso. Detrás de cada elección hay una renuncia. Tienes el derecho asertivo a decir "no" y a no sentirte culpable por ello.

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