viernes, 11 de diciembre de 2015

La Magia de Compartir…


La ciudad ya brilla anunciando la llegada de la navidad. Si bien Ésta anuncia una época de disfrute, gozo, encuentros y desencuentros, no cabe duda que invita también a la reflexión, despidiendo un año más que se va y augurando la llegada de uno nuevo, cargado de magia e ilusiones renovadas.
 Es el tiempo de los nuevos propósitos, de los recuerdos amables y encuentros, pero es sin duda también tiempo de nostalgia y de recuerdo de los que ya no están. De mi mente no puede borrarse una mesa familiar llena de dulces y de latas de mejillones y aceitunas en platillos de cristal que brillaban como diamantes, servilletas recién planchadas y cintas de navidad envolviendo un centro de mesa. Sin embargo la navidad va transformándose cuando las personas que creen en su magia se van marchando, cuando aquellas que año tras año trataban de crear unión, aquellas por las que cada año la navidad cobraba sentido, ya no están. Sin embargo podemos hacerlas presentes de nuevo en nuestras mesas trayéndolas a nuestros corazones, pues de algún modo cada año vuelven a estar presentes al recibir de nuevo la Navidad en nuestros corazones.
Es el momento de compartir ilusiones, sonrisas, abrazos, sueños, miradas, tiempo y magia. Es tiempo de amor y unión.

Cuando abandonamos el territorio de la infancia, poco a poco, nos damos cuenta de muchas cosas que quizás, en aquella época, quedaban difuminadas por los sueños o escondidas detrás de nuestras ilusiones. Unos deseos vírgenes, todavía sin adulterar por la funesta maraña de confusas emociones que nos acompañan cuando “pegamos el estirón”.

Por desgracia, muchas veces las «Navidades» constituyen una pesada carga para muchas personas, un lastre difícil de aligerar, un tiempo que hemos olvidado cómo vivir. Compromisos por los que patalean nuestras almas y comilonas que dejan exhausto a nuestro templo de carne y hueso, consumismo, compra, ausencias…

Es muy complicado ofrecer una respuesta unánime a lo que cada uno siente cuando se acercan estas fechas. Somos muy distintos y cada persona necesita recorrer su camino, vivenciar sus propias experiencias para darse cuenta de que la «Navidad» es un nacimiento, un principio, un nuevo comienzo. Pero esta vivencia solo puede transitar nuestros corazones, el de cada uno. Nadie puede decirnos como debemos sentir: es un descubrimiento al que debemos llegar poco a poco…

La creciente luz de este solsticio invernal nos invita a la «Natividad» de algo nuevo en nuestra vida: «depende de ti, comienza, se trata de ti». Y así, como preconizaban los que nos precedieron, todos los años podríamos «volver a nacer», a concedernos una ocasión para renovar toda la negatividad que hemos ido acumulando a lo largo del año.

Ahí está lo verdaderamente importante: volver a nacer, renovarnos en sentimientos y emociones para que estas no mueran en nuestros corazones.

 

No hay comentarios: