viernes, 20 de marzo de 2009

La envidia, una declaración de inferioridad.

La envidia es un sentimiento cargado de energía negativa, un sentimiento insano que se proyecta en los demás y que incapacita a quien lo siente para conseguir sus propias metas. Las personas envidiosas sufrirán por los logros de los demás y se alegrarán por sus fracasos, sin embargo, se mantendrán pasivas ante sus necesidades y no dedicarán esfuerzo para superarse a sí mismos; se fijarán en los demás para quejarse de su mala suerte pero no actuarán en consecuencia, pues consideran que los demás consiguen las cosas con facilidad y sin esfuerzo. No son personas generosas. Si triunfan nunca se sienten satisfechos. Es este, en definitia, un sentimiento muy perjudicial para quien lo siente y "muy peligroso para la persona envidiada".
Si sufres las miradas y las palabras de una persona envidiosa trata de pasarlas por alto, no eres responsable de su sentimiento. Intenta descubrir la envidia a tiempo, te evitarás muchísimos problemas. No desarrolles confianza con las personas envidiosas. Es difícil descubrir al envidioso pues a veces se esconde tras una apariencia amable, acogedora y simpática, y otras se camufla en conductas de excesivo respeto, o excesiva falsa admiración.
La envidia empieza a surgir en los primeros años de vida, cuando el niño empieza a relacionarse con el grupo familiar y social. Si el niño se siente amenazado en su terreno desarrolla un sentimiento de vacío, que le provocará una necesidad de conseguir todo lo que no posee o cree que no puede poseer. Esto se manifiesta con pataletas y rabietas. Es necesario calmar esos disgustos con explicaciones lógicas y enseñándole a dar, para que con ello vaya aprendiendo a tolerar sus frustraciones y controlar las conductas impulsivas. De esta forma aprenderá a respetar las diferencias y valorar sus propias cualidades, en definitiva, empezará a madurar. El observar o reconocer que algunas situaciones o personas provocan envidia es "positivo", ya que ayuda a reflexionar sobre los propios recursos y con ello aceptar nuestras propias limitaciones.
La característica principal de un envidioso es su deseo de destacar sobre lo demás y su continua comparación con otras personas. Realmente no se va a centrar en sus propias posibilidades y opciones, sino que va a dedicar su tiempo a tirar por tierra los logros de los demás, compararse con ellos y criticarles. Dedica todo tu tiempo a cubrir tus necesidades y tus expectativas, te sentirás recompensado y más positivo respecto a los demás. Te costará esfuerzo conseguirlo, pero así podrás valorar lo que ha necesitado tu competidor para conseguir su meta. Si transformas tu envidia en fuerza para luchar, podrás aprovecharte de los métodos de los demás para conseguir tus metas y poner en práctica cosas que a ti no se te hubieran ocurrido. Para ello necesitas ser humilde y no sentir rencor hacia el otro. Mira a los demás como quien te puede ayudar y no como a un competidor. Cuando sentimos envidia hacia un igual es porque vivimos la situación como una amenaza para nosotros. El logro del otro es como un ataque a nuestra persona. Sólo si conseguimos ponernos en su lugar podremos darnos cuenta que nada tiene que ver con nosotros y que nuestros sentimientos tienen más que ver con la propia incapacidad de la persona que siente envidia que con lo que el otro consiga.

1 comentario:

Anónimo dijo...

m'encanta el escrito de "la envidia,una declaracion de inferioridad."