sábado, 6 de febrero de 2010

El peso de la razón: cuando piensas demasiado

El trastorno obsesivo-compulsivo (T.O.C.) es un trastorno perteneciente al grupo de los desórdenes de ansiedad. Es un problema común que afecta al 2% de la población, es decir, a más de 100 millones de personas en el mundo.Las personas con TOC son personas que piensan constantemente y que viven preocupadas, analizan y en su cabeza hay un continuo caos mental, por lo que no es raro que padezcan de dolor de cabeza, generalmente localizado sobre los ojos. A nivel mental estas personas son poderosas y tienen una energía mental desbordante, pero, por desgracia, no saben cómo utilizarla o la usan de manera incorrecta y agotadora, si bien si aprenden a hacerlo pueden convertirse en personas con una gran genialidad.Genios como Charles Darwin, Martin Luther King y Woody Allen padecieron el T.O.C. Muchos estudios demuestran que los afectados por un T.O.C. presentan una inteligencia cognitiva muy por encima de la media, puesto que la propia naturaleza del trastorno precisa de patrones mentales más complicados que los comunes. Se trata de personas concienzudas, dedicadas al trabajo, al cual dedican mucha energía, y tienen un gran sentido de la ética y la moral. Se esfuerzan siempre en hacer lo correcto,de la manera adecuada, lo que la mayoría de las veces quiere decir "a su manera", ya que suelen tener bastante claro cómo hay que hacer las cosas. Son perfeccionistas y detallistas. Les gusta el orden y la limpieza, la planificación y la rutina, catalogar, hacer listas. Nunca cometen imprudencias ni excesos y no les gusta tirar las cosas, ya que en un momento dado pueden llegar a necesitarlas. Les gusta trabajar y esforzarse y no les atraen las cosas fáciles de hacer. Debido a que se rigen por el intelecto y no por sus emociones o deseos, les cuesta perdonarse los pequeños errores que toda persona puede cometer y es entonces cuando aparece la culpa y la preocupación. La toma de decisiones les resulta difícil. Quieren tomar la mejor alternativa posible y cuando se encuentran con opciones similares, donde no hay ninguna mejor ni peor, aparecen las indecisiones y las dudas. En temas de amor cuesta decidirse pues no se permiten equivocarse y si realmente es algo que puede merecer la pena sienten miedo a que fracase y son incapaces de arriesgarse llegando incluso a boicotear sus propias posibilidades de éxito. Por tanto, se trata de personas que se centran excesivamente en todo lo malo que puede suceder, no soportan la incertidumbre ni el hecho de no poder controlar todos los acontecimientos y tienen gran propensión a sentir culpa o vergüenza, lo que significa que cometer un error les hará sentirse sumamente ridículos, asustados o avergonzados; algo demasiado terrible para ellos que hay que evitar a toda costa. Las obsesiones pueden consistir en ideas, imágenes o impulsos a hacer algo que no queremos, perder a personas que nos importan, fracasar en algo importante, dudar de las tendencias sexuales, de si se quiere a una persona o no, o si los demás me aceptan o no, etc. Las obsesiones aparecen como intrusos en la mente y producen una gran angustia, miedo o vergüenza. Las personas que las padecen intentan sacarlas de la mente pero en ocasiones resulta imposible, y es entonces cuando se ven impulsados a hacer algo para combatir las obsesiones y sentirse mejor (la compulsión).

Existen muchos tratamientos en psicología para tratar las obsesiones pero no podrían resumirse en un artículo, sin embargo quiero escribir unas pautas muy generales para esas personas con gran genialidad que sufren diariamente con sus obsesiones.Cuando estas ideas, imágenes o impulsos aparecen en tu mente te resultan sumamente desagradables y quieres librarte de ellas, resistirte, luchar y sacarlas de tu cabeza para siempre. Pero no puedes; es algo que escapa a tu control y si no puedes controlarlo tampoco puedes eliminarlo. Pero, ¿cómo controlar lo que parece incontrolable? Lo primero que tienes que hacer, aunque resulte paradójico, es aceptarlo y no tratar de combatirlo.


Deja que los pensamientos prosigan libremente. No los juzgues ni los analices. De este modo los estás transformando en voluntarios, (ya que has decidido libremente que está bien tener ese pensamiento y está bien que sea obsesivo), aumentando así tu dominio sobre ellos. Una vez que estos pensamientos son voluntarios puedes empezar a controlarlos. Para ello puedes hacer dos cosas:

1. Déjalo para más tarde. Si estás trabajando y empiezas a preocuparte con algo, posterga tu preocupación para dentro de un rato, eligiendo una hora determinada para obsesionarte. Pueden ser 5 minutos después, o una hora o incluso por la noche, dependiendo de la severidad de tu problema y lo insistentes y frecuentes que sean tus pensamientos obsesivos. Si has decidido dejarlo para cinco minutos después, por ejemplo, trata de posponerlo de nuevo cuando hayan pasado esos cinco minutos y así sucesivamente.

2. Cambia tu forma de preocuparte. Otra manera de adquirir mayor control sobre tu pensamiento es cambiando la forma que tienes de responder a la obsesión. Para ello puedes hacer varias cosas: Anota tus pensamientos exactos en una libreta cada vez que aparezcan, incluso si aparecen unos minutos después de haberlos anotado y tienes que volver a escribir lo mismo una y otra vez. Esto te ayudará a darte cuenta de lo absurdos que son y el esfuerzo de escribirlos continuamente disminuirá su aparición por puro aburrimiento. Cambia la situación. Si tu obsesión o preocupación consiste en una imagen mental, trata de modificar esa imagen.


Un tiempo para preocuparse.

Dedica cada día un periodo de 15 ó 30 minutos para preocuparte y durante ese tiempo céntrate sólo en tus preocupaciones y en todo lo malo que podría suceder, intentando sentirte lo más angustiado posible. La mayoría de las veces no resulta fácil llenar un periodo de 10 ó 30 minutos con preocupaciones cuando no tratamos de combatirlas, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría consisten en una idea específica, lo que significaría pasar esos 15 minutos repitiendo lo mismo una y otra vez de forma voluntaria. Esta técnica te ayudará también a posponer tus preocupaciones cuando aparecen en un momento inadecuado.

Graba tus preocupaciones.

Selecciona una frase que resuma tu preocupación, grábala en una cinta de corta duración de las que repiten una y otra vez su contenido y escúchala cada día durante un periodo de 30 minutos. Si cuando aparece ese pensamiento espontáneamente te produce cierto grado de ansiedad, al escucharla tienes que sentir exactamente lo mismo, o no servirá de nada. Escúchala sin desviar tu pensamiento hacia otros temas. Descubrirás que al cabo de un tiempo tu ansiedad ha disminuido debido a que te has habituado a esa situación y ha dejado de producirte angustia. Si al cabo de 30 minutos tu ansiedad no ha disminuido al menos a la mitad sigue escuchando la grabación o no surtirá efecto.


No huyas.

Afronta las situaciones que pueden provocar tus obsesiones o preocupaciones y que tiendes a evitar para no sentirte mal. Por ejemplo, si te preocupa demasiado el hecho de cometer un error es posible que eludas hacer determinadas tareas. Deja de huir, métete de lleno en la situación y cuando en tu mente empiecen a dar vueltas y vueltas las ideas desagradables, utiliza las técnicas antes expuestas. Cualquier obsesión-compulsión tiene dos efectos negativos: consume tiempo inútil y nos impide la necesaria apertura a la experiencia para poder integrar una vida plena.

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