domingo, 27 de abril de 2008

Buscar dentro lo que pasa por fuera

En nuestra sociedad, donde todo va a un ritmo rápido, cuando las personas enfermamos y acudimos al médico, buscamos una solución instantánea o un medicamento milagroso que nos cure. La medicina tiende a centrarse casi exclusivamente en el tratamiento de los síntomas, pero ignorando, en muchas ocasiones, el hecho que los síntomas son los intentos que hace el organismo de lograr la propia curación. Si tenemos fiebre, rápidamente nos recetarán un antipirético para bajarla, pero la fiebre destruye a los agentes invasores, como virus o bacterias, mediante un aumento de la temperatura. Si lo que tenemos es una inflamación nos recetaran antiinflamatorios, pero la inflamación atrae hacia el lugar afectado una serie de células y sustancias que combatirán al agente infeccioso. Todavía es mas grave si, ante cualquier situación o acontecimiento estresante como la muerte de un familiar, un divorcio, un despido, etc, nos recetan antidepresivos para tapar la tristeza natural que sentimos al pasar las fases de duelo naturales en cualquier persona ante ciertos sucesos. O si lo que nos pasa es que llevamos unos días sin dormir porque trabajamos de noche, pretendemos solucionarlo tomando un hipnótico cada vez que nos cambian el turno. Si acostumbramos a nuestro cuerpo a no utilizar sus mecanismos de defensa naturales, ante cualquier contratiempo necesitará de ayudas externas y artificiales a las que, a base de utilizar de forma repetida se hará tolerante, además de los efectos secundarios que los fármacos tienen en nuestro organismo.
Si me siento deprimida por que me despidieron, mi relación sentimental fracasó y no llego a final de mes para pagar mi casa, tal vez en lugar de tomarme antidepresivos, existan otros recursos naturales que puedo utilizar además de poder sentir la tristeza y el dolor como emociones legítimas del ser humano. Todos estamos sometidos a acontecimientos estresantes a lo largo de nuestra vida que pueden generarnos ansiedad. Cuando la ansiedad se produce muy a menudo no es extraño, pues, que pueda acabar produciendo enfermedades físicas o alteración del funcionamiento de determinados órganos. Es decir, nuestros estados emocionales influyen en nuestro cuerpo (por ejemplo, se ha comprobado que en las personas deprimidas también suele darse un debilitamiento del sistema inmunitario).
Nuestro cuerpo y mente funcionan conjuntamente y solo con salud mental podemos estar sanos físicamente al igual que si nuestro cuerpo enferma, nos encontraremos tristes y deprimidos.
Si siento ansiedad, aunque ello requiera más tiempo que tomarme ansiolíticos, tal vez pueda aprender algunas técnicas de relajación tales como aprender a respirar o a relajar mis músculos, practicar yoga, pilates o algún deporte.
Los fármacos deben ser utilizados cuando es preciso, cuando no dispongo de recursos para afrontar el problema o he agotado aquellos recursos con los que contaba. Si mi fiebre asciende y no baja sí me tomaré algo para bajarla y no dejaré que el síntoma me produzca otro de mayor gravedad; si la inflamación no cesa utilizaré antibióticos para erradicarla y, por supuesto, si me diagnostican de una depresión mayor, necesitaré antidepresivos para poder de nuevo afrontar la vida.
Cuidar de nosotros implica un esfuerzo personal y un trabajo evolutivo y constante y no siempre debemos delegar la responsabilidad en los fármacos. Buscar dentro de nosotros todos los recursos que tenemos para afrontar los problemas o las herramientas más naturales para hacerlo implica parar el ritmo estresante y revisarme por dentro para ver qué pasa por fuera.

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